Eduardo Madina y Pablo Simón retratan la Partidocracia

Jot Down Magazine, con el patrocinio de Seagram’s Gin, publicó el 16 de julio de 2019 un diálogo entre Eduardo Madina, ex-secretario general del Grupo Parlamentario del PSOE en el Congreso, y Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid, titulado “¿Quién decide lo que votamos?”. A continuación expondremos, de forma literal, algunas de las afirmaciones realizadas por ambos en dicho diálogo con el objeto de aportar nuestra visión al respecto:

  • Minuto 2:07, en referencia al voto.-

Simón: Nosotros pensamos que a nivel individual es un acto muy pequeño, pero seguimos participando masivamente por una especie de compromiso cívico (…) Hemos construido la idea de que es una forma de participación que es valiosa en sí misma, independientemente de cuál sea el resultado.

El profesor Simón habla de un “compromiso cívico” para referirse al acto de votar. Es decir, de una suerte de deber cívico, cuando, en realidad, ello no guarda relación con la esencia del voto, pues éste no es más que un derecho político, de la misma manera que la abstención lo es. Si no fuera así, estaríamos hablando del voto obligatorio y no de un derecho.

Por otra parte, deja entrever que se ha construido la idea de que lo más importante no es que gane un partido u otro, sino que se participe en la votación para dar legitimidad al Régimen del 78.

  • Minuto 5:55.-

Simón: Lo que estabas planteando me parece super interesante, a propósito de cómo la identidad juega también un papel fundamental también en el voto.
Madina: Exacto. Eso es.

Efectivamente, en el Estado de Partidos, al no existir la representación del votante, éste solamente puede participar en la votación por identificación a un partido o a otro. Sin embargo, nos quieren hacer creer, por equivocación o simplemente por mala fe, que la identificación es sinónimo de representación. La identificación, no olvidemos, no deja de ser un fenómeno subjetivo, el cual lógicamente puede tener su reflejo objetivo en la sociedad, pero que nada tiene que ver con el “contrato político” que ha de establecerse entre el representante y los representados, y donde se contemplaría la posibilidad de destitución del representante por parte de los representados.

  • Minuto 6:20.-

Simón: La gente sale a votar también, no sólo para dar legitimidad al sistema democrático, sino porque se ve amenazado como grupo, un sentimiento identitario.

La breve reflexión de Simón refleja cuatro cosas interesantes: en primer lugar, que Simón no conoce la diferencia entre la Partidocracia y la Democracia como formas de gobierno. En segundo lugar, que los votantes de esta Partidocracia legitiman el sistema. En tercer lugar, que se vota por temor o miedo. Y, en cuarto lugar, como ya hemos explicado previamente, que se vota por identificación, no por representación.

  • Minuto 8:08.-

Madina: No hay funcionamiento saludable de un sistema representativo, en una estructura democrática, donde se pueda operar sin traiciones. En un sistema multipartidista sin traiciones no hay pacto, y sin pacto no funciona el sistema. Por tanto, tendrán que traicionar si quieren pactar.

Por un lado, Madina también confunde el Estado de Partidos o la Partidocracia con la Democracia formal. Y, por otro lado, reconoce nada menos que el sistema actual solamente puede funcionar traicionando a los votantes, tal y como afirmamos en otra publicación de nuestra página web.

  • Minuto 9:48.-

Madina: “Yo soy la negación de ése. Si usted no quiere que ése llegue, vóteme a mí”. Creo que esto últimamente ha funcionado (…) Esto creo que ha sido un motor extraordinario de voto en el último ciclo electoral.

Madina confirma una aseveración previa de Simón, a saber, que se vota por miedo, por sentirse amenazado, y no por un juicio más o menos elaborado. Asimismo, da a entender que este mecanismo sentimental del voto ha sido explotado por los partidos políticos últimamente de forma extraordinaria.

  • Minuto 15:33.-

Simón: Habrá que reflexionar sobre de dónde viene el personal político. Porque al final se suponía que los nuevos partidos iban a traer también más pluralidad porque venían con otras trayectorias, y tal. Y parece como que la estructura los aplatana. Terminan incurriendo casi siempre en los mismos vicios, en las mismas dinámicas de polarización. Que a los mejor es realmente porque tenemos los políticos que nos merecemos y la reflexión es así de simple. O a lo mejor podemos optar a una mejor política. Pero si es así, ¿cómo? Porque no deja de resultar llamativo que al final parece que esa frescura se agota. Y se agota muy rápidamente.
Madina: Yo creo que las instituciones restan frescura.

Estas últimas reflexiones evidencian que no hay partido político que pueda resolver los problemas inherentes a la propia Partidocracia. El problema, en el fondo, no es que los partidos o los políticos sean buenos o malos, o que vengan con buenas o aviesas intenciones, sino que, en tanto en cuanto son órganos del Estado, forman parte de un cuerpo del cual no pueden separarse puesto que, si lo hicieran, dejarían de existir. Los partidos estatales están donde están y son lo que son para el buen funcionamiento y sostenimiento del Estado de Partidos.

  • Minuto 20:25.-

Madina: Esta cosa que me obsesiona, que la has dicho antes, la sensación que tuve, sobre todo en mi última etapa, de estar formando parte de un guión de serie de Netflix o de, me da igual, HBO. Que ya no atendía al principio de contradicción. Yo lo llevaba fatal, cuando sabía que tenía que decir una cosa que era la contraria de algo que dije nueve meses antes… te prometo que… alguna vez lo tuve que hacer, pero me tiraba tres días tocado, sin poder explicarme a mí mismo muchas veces, porque eran cambios de opinión sobrevenidos, con los que yo no estaba de acuerdo, por una posición editorial de mi partido o del grupo parlamentario. Esto ahora opera en el ciclo de las 24 horas. No hay principio de contradicción. Puedo decir exactamente lo contrario de lo que dije ayer. Y no tengo miedo de cómo vaya a influir esto en las dinámicas de voto porque sé que la velocidad de los capítulos, en esta serie de la que estamos formando parte todos, va a hacer que dentro de tres semanas ya no se acuerde nadie de esta parte del guión.

Se pueden extraer, al menos, tres ideas claras de las palabras de Madina: por un lado, que el político en una Partidocracia solamente representa a su propio partido (que, a su vez, por conveniencia, puede estar al servicio de otros poderes fácticos), no obedece ni a sus criterios morales ni a las necesidades de los votantes. Por otro lado, que los partidos trabajan para su particular subsistencia; poco les importan los ciudadanos, salvo cuando necesitan su voto. Y, además, que a los políticos y a sus partidos no les importa incurrir en contradicciones dado que el ritmo del circo mediático que anima este Estado de Partidos las oculta.

  • Minuto 22:45.-

Simón: En el momento en que tú tienes alguien que le niega la legitimidad al que está enfrente a existir esto salta por los aires. Y yo creo que es lo que explica muchas elecciones que hemos visto en otros países. Y es parte de lo que puede terminar pasándonos a nosotros también.
Madina: Sí.

Ambos reconocen que la legalidad sin legitimidad es insostenible. Ciertamente, cuando un sistema pierde la legitimidad ante los ciudadanos, surge la posibilidad de un cambio de sistema. Por eso nos abstenemos y promovemos la abstención. En pocas palabras, la idea no es otra que, mediante la abstención, deslegitimar este Estado de Partidos para abrir un periodo de libertad constituyente del cual pueda surgir una República Constitucional, con representación de los electores y separación de los poderes.

Como complemento de todas las citas anteriores, aquí debajo podéis ver y oír en su integridad el diálogo entre Eduardo Madina y Pablo Simón: